Nadie querrá estar en la piel de Antolín de Mota Nieves, quien en la mañana de este martes enterró a tres de sus pequeños hijos que perecieron ahogados en una laguna de la comunidad Cruce de Cayacoa, municipio San José de los Llanos, en San Pedro de Macorís. Mientras los sepultureros colocaban los féretros en el hoyo del cementerio en el municipio Villa Hermosa, una abatida madre Maura de León se desplomaba entre lágrimas en el promontorio de arena. Los niños José Enrique, Ricardito y Richard, de 12, 8 y 6 años, respectivamente, murieron el domingo en la laguna y sus cuerpos rescatados el lunes.
Antolín repitió en el camposanto su historia de dolor: que sus hijos le pidieron permiso para volar chichigua, pero que el de menor edad, con 5 años, llegó desesperado, manifestando que sus hermanos se lanzaron a las aguas y no habían vuelto a salir. El jornalero se llevó a su familia hace un par de meses para que vivan junto a él en la finca donde había conseguido trabajo. Quería tener a su lado a la esposa y a sus hijos. Estas personas de limitados recursos económicos residían hace un tiempo en el apartado sector Comajón, del municipio Villa Hermosa, donde todavía quedan gran parte de sus seres queridos.
A la pareja le sobreviven el pequeño de 5 años y una hembra, pero Doris Concepción, una amiga de la familia, está convencida de que solo Dios podrá dar consuelo a esos padres. De su lado, Domingo de Mota Nieves, tío de las víctimas, pidió a los padres prestar más atención a los pequeños y también solicitó a los dueños de fincas que establezcan un perímetro de seguridad en caso de tener lagunas artificiales o reservorios, como en la que sucedió la tragedia.