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Manny Pacquiao antes del estrellato y el suceso que marcó su vida.



Cuando Manny Pacquiao tenía 12 años, cierto día encontró en su casa a su padre con uno de sus amigos. Este hombre, por razones que hasta hoy se desconocen, mató al perro que tenían como mascota. Pero eso no fue lo peor. "Manny se escapó de su casa luego de que su padre se comiera a su perro", contó Roach.

La vida en Manila era dura. Muy dura. Mucho más dura que en las calles de Michigan donde nació y creció su rival Floyd Mayweather, a quien enfrentará en el ring el próximo sábado en Las Vegas por el título mundial de boxeo en lo que se promociona como "la pelea del siglo".

Y también fue distinto el motivo que empujó a uno y a otro a subirse a un cuadrilátero. Mientras que el norteamericano tenía marcado su destino en la sangre -hijo y sobrino de dos leyendas de ese deporte en los Estados Unidos-, Emmanuel Dapidran "Manny" Pacquiao se ajustó unos precarios y deshilachados guantes por necesidad. Fue una salida desesperada a su vida. La misma vida que padecen millones de filipinos a diario y que no pudieron dar el salto al ring.
Freddie Roach, el entrenador de Pacquiao, uno de los mejores del mundo y quien está junto al púgil desde 2001, reveló el motivo que tuvo su pupilo para acercarse a este duro deporte. Una noche, cuando apenas contaba 12 años, un amigo de su padre se encontraba en su casa. Por motivos que nunca se sabrán, el hombre mató al perro que tenían en la casa como mascota, delante del pequeño. Sin embargo, esto lo perturbó pero no tanto como lo que sucedería segundos después: su padre se comió a la mascota de la casa. "Manny se escapó de su casa luego de que su padre se comiera a su perro", contó Roach.


"Vivía en la calle, donde compraba donas y las vendía cinco centavos más caras para poder sobrevivir. Dormía en una caja de cartón. Se abrió paso a través de todo esto y se convirtió en profesional a los 14 años. Mira el hombre que es hoy", señaló el entrenador en una reciente entrevista y agregó: "Filipinas es un lugar pobre, no hay bienestar, ningún sistema de salud y si usted no tiene un trabajo o dinero, entonces hace cualquier cosa para sobrevivir".
Los puños de Pacquiao no sólo le sirvieron a él para poder salir adelante con su fuerza y habilidad. También representó un envión anímico para Filipinas y su gente, donde "Manny" es considerado algo más que un héroe. De sus fiestas de cumpleaños participan las personas más importantes de su país. Hasta el presidente se acerca a saludar al ídolo máximo de la historia. "Es un ícono porque representa las esperanzas de mucha gente", dijo Roach.


"Cuando él pelea, no hay crímenes y delitos en Filipinas, porque todo el mundo está mirándolo boxear", contó su entrenador. Pero Pacquiao no se detiene allí. Sabe que puede hacer algo más por su país además de darle alegrías deportivas y pasajeras de las que sólo él se beneficia. Quiere darle algo más a su pueblo. Es por eso que ingresó a la universidad para estudiar. "Después de dos años más de boxeo, se meterá en política", añadió Roach. Seguramente será una nueva esperanza para el país asiático.