Señor, te encomendamos el alma de tu siervo (Thomasito Minaya) y te suplicamos, Cristo Jesús, Salvador del mundo, que no le niegues la entrada en el regazo de tus patriarcas, ya que por ella bajaste misericordiosamente del cielo a la tierra. Llena, Señor, de alegría su alma en tu presencia. Porque, aunque haya pecado, jamás negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo; antes bien, creyó, fue celoso de la honra de Dios y adoró fielmente al Dios que lo hizo todo......
miércoles, 30 de noviembre de 201121:58